AIDI y AHEC unen fuerzas en la convocatoria de diseño sostenible Toca Madera. De un lado, la Asociación de Ingenieros de Diseño Industrial y del otro, The American Hardwood Export Council, principal exportador de roble rojo americano. Un feliz encuentro de talento y material prima. En este caso, un material sostenible que ofrece posibilidades infinitas con esa misma premisa en el briefing de la muestra: “Objetos infinitos” que perduren en el tiempo. La madera no es tecnología, aquí no estamos hablando de obsolescencia programada. Es biodegradable, por lo que entendemos el concepto de infinito aplicada a la función y a la forma; al proceso y al resultado. Los ocho ganadores del certamen han interpretado el escueto briefing haciéndolo suyo en una convocatoria que busca “exaltar el papel del diseñador como solucionador de problemas, más que su función como creador de producto final, para cambiar la cultura del comprar y tirar.”
Bailarinas. Sergio Rodríguez Casado
Dicho y hecho. Al entrar en el centro cultural Fernando Fernán Gómez en la exposición Toca Madera nos encontramos las ocho propuestas ganadoras. En casi todas ellas encontramos cierto toque lúdico, juguetón; casi todas tienen más de una función -algunas con fuertes vínculos con a la infancia-, y prácticamente todas definen el espacio doméstico o los objetos como un lugar/cosa asociado a la memoria emocional, a generar conexiones, a los rituales, o al menos a esos gestos cotidianos que a base de repetición alcanzan esa categoría.
C
Fernando
Hernández propone dar un nuevo significado al momento de tomar café, ese ratito
íntimo que compartimos con alguien, idealmente sin prisas y con buena
conversación. Su colección de elementos
está formada con un mortero para moler los granos, una balanza y una caja para
su conservación. El propósito del proyecto es fusionar café con historia, por
lo que cada elemento está inspirado en Arat Kilo y Beta Girorgios: dos de los
monumentos más importante de Etiopía, lugar donde se sitúa el origen del café.
De esos rituales diarios viene la propuesta de Sergio Rodríguez Casado con su Proyecto
Bailarinas, una consola pensada para el recibidor
con un juego de peonzas que nos invitan a entretenernos un poco y reflexionar
al salir o llegar a casa.
Bailarinas. Sergio Rodríguez Casado
Cooplay es un juego para niños compuesto
por seis mundos figurativos (mesas modulares) para explorar a través de la
experimentación y la imaginación. Su autora, Irena Ventsislavova, quiere que
funcionen como catalizadores de la imaginación y el juego libre. Otro de los ganadores
también se centra en esta etapa de la vida con la cuna From Cradle to Cradle. Este trabajo colectivo de María
Ruiz, Celia Martínez y Daniel Romero se adapta a los distintos momentos
en el crecimiento del bebé. Además, cuando este deja la cuna por la cama, From Cradle to Cradle se convierte en dos sillas.
Cooplay. Irena Ventsislavova
En esta misma línea está Dew, un conjunto de elementos polivalentes y adaptables a cualquier espacio que responde a las necesidades de esta vida semi-nómada que llevamos muchos. Espejo, luz, estantería… todo de una neutralidad adaptable a cualquier estética y de tan adaptable que podrían ser nómadas dentro de nuestra propia casa, ya que se adaptan a cualquier estancia del hogar.
Dew. María Mandaryna
Diseño resiliente. De una manera menos obvia, pero también conectada a la infancia a través de la memoria, el proyecto de Jaume Molina López es una reinterpretación de las sillas de enea con las que creció y que siempre vienen a su cabeza cuando alguien nombra ese objeto. La inevitable silla que aparece prácticamente en cada convocatoria de este tipo.
From Cradle to Cradle. María Ruiz, Celia Martínez y Daniel Romero
Otra reinterpretación de un clásico es el
taburete Barlovento, producido utilizando técnicas
tradicionales en fabricación de barcos, que curvaban la madera para conseguir
formas aerodinámicas y eficientes, aprovechando mejor la veta de los árboles.
Jaume Molina López
Rojo
Furoshiki
es probablemente el proyecto más sorprendente. A través de un sistema de piezas
pequeñas, escalables y tejidas entre sí, María Risueño ha conseguido tratar la madera como un textil. Desde
bolsos a biombos, su idea da una dimensión y una textura nueva al material
multiplicando sus posibilidades. Tiene un lejano precedente en los
cubreasientos de bolas que llevaban los taxistas antaño, pero usamos esta
referencia solo para orientar al lector, ya que en este caso el resultado es
mucho más elegante.
Barlovento. Andrés Mariño
Aunque el nombre de esta expo, Toca Madera, implique superstición, tocaremos madera para ver más convocatorias como esta en las que cada parte implicada en el proceso sale beneficiada. Ya dice el refrán que a quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. Y el roble rojo americano parece que da mucho más que buena sombra. Podrá verse hasta el 1 de marzo.