Michael Anastassiades ha sido reconocido como El Diseñador del Año en reciente edición de Maison & Objet. Además de presentar una instalación “coreográfica” de la serie Mobile Chandelier, dentro de la feria dio una charla donde profundizó en su visión del diseño y en su manera íntima y personal de relacionarse con la luz. Os dejamos un extracto de algunos momentos de dicha charla como anticipo al reportaje/ entrevista que Gloria Escribano mantuvo con él y que podréis leer en el número de marzo de ROOM Diseño.
Intérprete: Alba Moon
Y dios dijo “hágase la luz”
Creo
que los humanos nos sentimos cautivados por las distintas manifestaciones de la
luz dentro de la naturaleza. No conozco a nadie que no se sienta atraído por la
luz. Desdebastante
pronto me sentí atraído por la luz, quizás por su brillo. Me parece un medio
bello, poético y poderoso, a la par que muy especial. En cierto sentido, una
luminaria es un elemento inusual, ya que genera un contraste entre dos
escenarios distintos. Cuando está apagada ha de funcionar como una pieza
escultórica que forma parte del salón o de cualquier otro entorno de la casa; y
cuando la enciendes ocurre la magia y todo cambia: tu percepción del espacio,
la forma en que interactúa con otros objetos y proyecta sombras. Por eso la luz
es tan singular.
Mi
primera luminaria fue la Anti-Social
Light. Era una lámpara de salón que solo brillaba en silencio absoluto, de
modo que si hablabas cerca se atenuaba hasta apagarse. Es interesante destacar
esa relación psicológica entre la luz y el usuario. En aquel entonces me
fascinaban los productos electrónicos y el papel que desempeñaban en nuestras
vidas. En esa misma época, diseñé también la Social Light, que hacía todo lo contrario: tenías que hablarle para
que no se apagara, podría considerarse un objeto terapéutico.
¿Por qué creé mi propia marca?
Antes
de colaborar con otras firmas, creé mi empresa por dos razones. La primera,
porque nadie quería trabajar conmigo en esa época; es la dura realidad de no
ser un diseñador famoso para las grandes empresas. Y la segunda, por la
libertad y el control absoluto que tendría a la hora de expresar mis ideas sin
tener ningún tipo de incentivo comercial como prioridad. Hacer algo sin
necesidad de venderlo para ganar dinero. Aprendí mucho de esa práctica al
principio, lo que me ayudó a avanzar y a ampliar mis conocimientos, a entender
el producto más allá de una perspectiva estética: el concepto, el informe, el
desarrollo, la fabricación, la venta, el marketing.
Todas estas fases completan la historia de lo que hacemos.
Mi
marca sigue siendo mi pasión, aunque las cosas han variado considerablemente.
El primer gran cambio ocurrió cuando me reuní con Flos, en concreto con Piero
Gandini. Nos embarcamos en el desarrollo de una serie de propuestas durante
estos largos y prolíficos años. Fue fantástico tener el apoyo y el compromiso
de una empresa, unir fuerzas en un producto; y digo “unir fuerzas” porque los diseñadores
tenemos ideas, pero necesitamos la confianza de un socio que financie y
facilite la tecnología para realizarlas.
En los últimos años he comenzado a colaborar con muchas otras firmas,
especialmente en el campo mobiliario. Mi estudio sigue siendo la plataforma en
la que puedo expresar libremente lo que quiero llevar a cabo.
Chipre, Burundi, Gran Bretaña
Antes
he hablado con una periodista y me ha preguntado que qué tenía mi obra de
inglesa. Me ha parecido una cuestión muy interesante, ya que crecí como chipriota
y me siento muy chipriota; pero es cierto, hay algo de todos los lugares en los
que me crie y los entornos en los que he estado, aunque es muy difícil definir
qué, porque es algo que surge subconscientemente en la creatividad.
Mobiliario más allá de la luz
Empecé
a hacer mis primeras piezas mobiliarias cuando compré mi casa en 1988, un
pequeño edificio en Waterloo, en Lower Marsh. Sin tener ningún tipo de
experiencia en construcción ni arquitectura, decidí demoler todo el interior y
empezar desde cero. Fue una aventura interesante, ya que por primera vez no
estaba en un lugar alquilado, así que podía tener la libertad de vivir con
objetos de mi gusto en vez de los que quisiera mi casero.
Este
proyecto se convirtió en un espacio en el que podía explorar estas ideas, razón
por la que empecé a crear y por la que fundé mi firma en 2007. El motivo por el
que tardé tanto en trabajar de nuevo con mobiliario o en asociarme con empresas
de este tipo fue, simplemente, porque decidí centrarme en la luz; y los años
siguientes con Flos me motivaron a seguir inmerso en la iluminación en vez del
diseño de muebles.
La dificultad de crear. El arte
como inspiración
Creo
que el momento más difícil es el comienzo, cuando estás sentado delante de una
hoja de papel en blanco. Supongo que ese es el momento más difícil para
cualquier creador. Hay que dar en el clavo, saber por dónde empezar. Al
principio, cuando estuve desarrollando todos esos bosquejos conceptuales, costaba
mucho dibujar objetos físicos, así que hacía diagramas de burbujas para aclarar
mi razonamiento, entender y cuestionar lo que trataba de hacer.
Es
algo que intenté mantener incluso en propuestas más recientes. Mi primera
colección con Flos, String Lights, se
inició como algo muy abstracto, no sabía cómo quería que fuera, pero sí su
utilidad, su capacidad de resolver determinados problemas y captar una idea muy
específica: la de la libertad de dibujar en un espacio tridimensional. Creo que
eso fue lo mágico de aquel proyecto.
El
arte siempre me ha inspirado porque captura el sentido máximo de la libertad, y
el minimalismo también ha sido siempre muy influyente. Siento que, a veces, los
diseñadores estamos condicionados por ciertos límites, tenemos que ser tan
definidos que la libertad absoluta no tiene cabida de una forma tan clara,
especialmente al principio. Creo que con el paso de los años he comprendido que
estas limitaciones están en nosotros mismos y que debemos superarlas. Me alegro
de despojarme de esas nociones que me restringen.
Iluminación y espacio
Puedes
diseñar una luminaria para un entorno específico, pero al mismo tiempo tiene
que valer para varios, no solo definiendo las proporciones, sino también el
tipo de lugar en el que se va a instalar. Cada persona tiene gustos distintos,
y diseñar algo que pueda sobrevivir en tantos espacios diferentes es lo más
difícil. Mi método es mantener las cosas sencillas, porque considero que la
pureza puede comunicar ideas con más fuerza. Estamos en un bombardeo continuo
de información, por ello la voy eliminando en el proceso. Desecho capa tras
capa de ruido y me quedo con lo justo y necesario. Es así como un objeto puede
capturar la esencia de lo que quieres expresar.
La
luz es una forma de comunicar sin esfuerzo, y creo que los objetos tienen que aparentar
naturalidad, porque así resultan menos pesados. Se trata de eliminar cualquier
forma de complejidad de la vida diaria.
En el debate de la sostenibilidad
Diseño las cosas para que perduren, esa es mi visión de sostenibilidad. A menudo me preguntan si uso materiales reciclables, pero yo les pregunto: ¿por qué tenemos que pensar en el momento en que necesitaremos reciclar algo? ¿Por qué no fabricar objetos que duren, incluso para siempre? Con ayuda de la tecnología podemos conseguir que las cosas persistan en el tiempo sin necesidad de reemplazarlas continuamente.