La Bienal de arte de Venecia de 2019 se estrena con un buen número de críticas, como casi todos los años. En esta ocasión el origen del conflicto viene dado por un título igual de poético que ambigüo. “May you live interesting times” puede abarcar tantas posibilidades que, entre ellas, llega a diluirse el denominador común. Lo que Ralph Rugoff, su director, pretende ofrecer, sin embargo, es un lugar de reflexión mediante el arte. Un lugar en el que exponer estéticamente los problemas del ser humano aun a sabiendas de que, una vez salga el visitante del pabellón, no resuelva ninguno de los cometidos planteados.
La Bienal de arte de Venecia 2019, sin embargo, también se caracteriza por una gran presencia de lo virtual, suceso que advierte una nivelación de los diversos lenguajes artísticos: pinturas, esculturas y fotografías comparten espacio con artesanías, hologramas y demás formas. Desde RoomDiseño os desvelamos las diez piezas que no os podéis perder.
1. 48 War Movies de Christian Marclay
Si
alguien puede hacer un collage con la tecnología, ese es Christian Marclay. Músico, pero también artista, este suizo domina la apropiación, el montaje, y la
improvisación. El que no lo reconozca por su nombre sí lo hará por su obra,
comoThe clock, pieza audiovisual de 24 horas
de duración que le permitió hacerse con el León de Oro en la Biennale de 2010.
Para esta ocasión, un audiovisual recoge cuarenta y ocho películas de temática
bélica en una misma pantalla. Una alternativa de narración que se sirve de la
multiproyección para aturdir los sentidos. Un caleidoscopio compuesto de trozos
de guerras.
2. Microworld de Liu Wei
Liu Wei se describe a sí mismo como
“puro”; y desde luego, lo es. Sus intenciones son claras: hacer de cada trabajo
algo singular y distinguido de los demás, únicamente delimitado por su propia
mente y creación. “El Arte va de crear algo diferente de lo que ya ha sido
creado, de generar algo nuevo. Cada artista es un pensador”. En Microworld, su pieza en Venecia, lo ha conseguido.
Un cristal frena al espectador y le obliga a observar desde la distancia, lo
que altera la percepción de la dimensión y escala del compendio de formas
geométricas. ¿El verdadero protagonista? El poder de la contemplación.
3. We only get the love we think we
deserve de Neil Beloufa
Dos
intenciones definen el trabajo de Neil Beloufa: teatralizar situaciones y
alejarse del cubo blanco. Siendo bien discreto en la transmisión del mensaje,
abarca mediante múltiples técnicas la realidad, así como su representación. En Only get the love we think we deserve se da un
encuentro digital. La instalación está formada por un conjunto de dispositivos
de entrenamiento similares a los que tiene un gimnasio: asientos incómodos en
los que uno no puede hacer otra cosa que mantenerse erguido. En su horizonte,
jóvenes soldados hablan a través de la pantalla sobre su vida dentro y fuera
del ejército, es el Acuerdo Global. Diálogos íntimos, recuerdos, convicciones
personales. Una sencilla alegoría a las redes sociales.
4-The white Album de Arthur Jafa
Arthur
Jafa ha sido premida con el Golden lion al mejor participante de la Biennale.
Quizá tenga que ver que su posicionamiento sea el más conciso y estricto de
toda la colección: “de la misma manera que estoy por la abolición del
patriarcado, la homofobia o la heteronormatividad, estoy por la abolición de la
blancura sistemática”. Quiere
hacer cine negro con poder, belleza y música negra, y para ello se sirve del
cine blanco, del contraste, de lo antagónico. The white
álbum elige la blancura como artista estrella, presentando media
hora de collage audiovisual compuesto por videos músicales, clips virales,
fragmentos de documentales y otras grabaciones varias, en las que el hombre
blanco se presenta como un sujeto salvaje, dueño de la raza y el poder.
5. L’Ange du foyer de Cyprien Gaillard
L’ange du foyer es el triunfo del surrealismo de
Max Ernst. Lo pintó en 1937 y hoy se presenta actualizado bajo la forma de un
holograma. La criatura mueve los brazos, camina, e incluso, gira sobre sí
misma. Una crítica directa a la idea del progreso del arte, ese es el trabajo
de Gaillard.
Un
intento de yuxtaponer formaciones anacrónicas, de combinar presente y pasado
para reconstruir; para hacer que lo histórico no caiga en manos de la
decadencia.
6. Spectra III de Ryoji Ikeda
No hay
nada más limpio que la luz blanca y no hay nada más ordenado que un patrón
definido. Colores planos, escenario controlado, Ryoji Ikeda.Spectra es una serie de
instalaciones que emplean la luz como material escultórico. En espacios cerrados o al aire libre,
el espectador es receptor de toda la información de color en sus ojos, tan
intensamente que apenas pueden percibir otra cosa que la nada. La instalación,
por consiguiente, se vuelve casi invisibe. Spectra III es
el punto de intersección de arquitectura y luz, de excitación de los sentidos.
Un pasillo preparado para que el visitante lo atraviese.
7. Maintainers de Nairi Baghramian
En
Nairi Baghramian las formas orgánicas se apropian del espacio. La artista
revisita el pasado minimal y surrealista con sus piezas escultóricas para
acercarlas al campo de la decoración. Abre con ello una fina línea de
deliberación entre la industria y la artesanía o la funcionalidad y el
ornamento. Maintainers, en concreto, consta
de tres elementos independientes que toman una presentación u otra dependiendo
del espacio de exposición. Son moldes de aluminio, formas de cera de colores,
que lacados potencian su forma abstracta. Una poesía visual que alienta a la
calma, a lo natural y a lo sensible.
8. Muro Ciudad Juarez de Teresa Margolles
Allá
donde exponga Teresa Margolles es fácil de reconocerla. Su temática
controvertida sitúa al arte contemporáneo en el contexto social de México.
Violencia, desigualdad social, narcotráfico y muerte son algunas de las
materias estrella en sus piezas. Todo ello con un propósito: plantear un debate
público, conversar abiertamente sobre la subsistencia del habitante mexicano
dentro de su sociedad. Muro Ciudad Juarez habla por sí solo: ese muro es el muro que quiere construir el Gobierno de
Estados Unidos en su frontera con México. Mención especial del jurado.
9. Sun and sea (Marina) por Lina
Lapelyte, Vaiva Grainyte y Rugile Barzdziukaite.Pabellón de
Lithuania.
La transformación del histórico edificio del Arsenale en playa, ha sido merecedora del León de Oro a la mejor participación nacional. Unos bañistas tomaban el sol sobre la arena mientras el jurado, presidido por Stephanie Rosenthal, felicitaba a las artistas por el enfoque experiemental de su performance, así como por la originalidad en la utilización del espacio expositivo. Una obra que habla del disfrute del tiempo libre y que ya es conocida por la denominación de “brechtiana”. Máximo galardón de la Bienal.
10. 3x3x6.Taiwan in venice de Shu lea Cheang
Como
fruto de una amistad en París, surgió la colaboración entre Shue Lea Cheang y
el curator Paul B. Preciado: ambos guardaban
-y guardan- relación con el activismo y el arte, así como con la comunidad
Trans y Queer de la ciudad francesa. La instalación 3x3x6 es una pieza de lo más inmersiva. Utilizando como punto de partida el propio
lugar de exposición -el Palazzo delle Prigioni-, el artista saca a relucir
casos de personalidades célebres encarceladas por su género o disidencia sexual.
Diez monitores muestran diez cortometrajes en los que se tratan por individual
cada uno de los casos de encarcelamiento seleccionados. Un paralelismo que se
refiere a las pantallas y monitores como las celdas que nos confinan
actualmente.