Diseño surrealista a la italiana
Las vanguardias llegaron a nuestras vidas para desmontar el statu quo y caminar por los límites de las normas imperantes. De entre toda la ristra de “ismos”, el surrealismo ofreció una nueva perspectiva sobre la que asentarse y observar el mundo, tan anclado en lo técnico e imparcial. En la década de los 30, Salvador Dalí—referente en esta corriente—aterrizó en el sector del mueble gracias a Jean-Michel Frank. De esta unión surgió la transformación de útiles cotidianos y prácticos en obras irracionales y extravagantes como el sofá Mae West Lips o la lámpara Bracelli. Muchos creadores han continuado esta estela hasta nuestros días, pues la simbiosis entre diseño y surrealismo ha estado siempre echando un pulso creativo.
Desde su aparición en 2016, Qeeboo mantiene una filosofía cercana al movimiento avant-garde, y afirma que sus objetos “son expresamente no burgueses, pero sí aptos para todos”. Sus trabajos con estudios y diseñadores eclécticos de gran prestigio, como Front Design o Andrea Branzi, dan lugar a piezas donde no hay restricciones, solo utopías. Lo vemos en la serie de imágenes que, con una mirada inspirada en Man Ray, ha ido estableciendo Elena Iv-skaya. El minimalismo de los fotogramas genera una narrativa inverosímil entre el color, los productos y las modelos. Una conversación oculta que se manifiesta como una secuencia del subconsciente.
El mundo flúor de Elena Iv-skaya
De repente, todo se inunda de las aterciopeladas Rabbit Chairs del propio Giovannoni, como si hubiesen pactado estar presentes solo para llevarnos a una dimensión desconocida. Cuando el escenario cambia, una jirafa gigante, la famosa Giraffe in love de Marcantonio, sostiene un candelabro y nos brinda su luz a modo de obsequio.
Adentrados en el juego del psicoanálisis, el deseo se roza y se alza encarnado en la Cherry Lamp de Nika Zupanc, pero también el peso de la vivencia, el cual se arrastra en Fallen Chandelier de Studio Job. Hay en la realidad onírica algo poco común, la posibilidad de modificar los materiales a nuestro antojo y hacer de lo rígido algo dúctil, tal y como sucede con la luminaria Paris del mismo Studio Job.
Sin duda, eso es de Qeeboo
Los objetos de Qeeboo responden a la subjetividad y el relativismo, “una vez creados, son confiados a nuestra interpretación para que adquieran una nueva vida”. Elena Iv-skaya sugiere con ellos el atrezo idóneo para alguna incursión fílmica de Lynch o Kubrick. Aunque la finalidad de Stefano Giovannoni es invadir nuestros espacios personales con mobiliario distinto y nada dogmático. No hace falta cerrar los ojos para que nuestros sueños nos regalen experiencias en las que los muebles adquieren formas zoomórficas, los elementos se derritan o las siluetas se tornen extrañas. Cada vez será más usual pellizcarnos más de una vez para comprender que las ilusiones hipnagógicas están en la misma habitación que nosotros.