Si hablamos de nuevo diseño en Estados Unidos —la cuna del fordismo—, parece que la producción en cadena se ha visto reducida. Si bien los creadores utilizan la autoedición para hacer llegar sus muebles al mercado, esto dista mucho de ser una línea de montaje. La pequeña escala en la que operan les permite, sin embargo, frescura dentro de los estándares, haciendo converger concepto, materiales, estrategia artesanal y tecnología. Y todo ello sin perder de vista el público objetivo al que se dirigen. El resultado es una disciplina nómada, diversa, promiscua y no normativa. Más que como estudios, estos diseñadores americanos funcionan como empresas: algo que muchas veces se nos olvida a este lado del Atlántico.